sábado, 30 de julio de 2011

El del cambio

La semana pasada, por primera vez desde que yo nací, la NASA ha dejado de ser capaz de poner a un hombre en el espacio. Y lo que es peor (para ellos, claro!) colocar un satélite. Después de ganar la carrera espacial, después de ser los primeros en poner un hombre en la Luna, después de comercializar el mundo de los satélites, los americanos tienen que tocar a la puerta de los rusos para empezar el juego.

Esta semana tenemos la camorra de la deuda. Las cosas desde la distancia parecen muy diferentes a lo que son en la realidad, pero me da la sensación de que la locura de los del Tea Party no tiene limites. Da miedo pensar que estamos en manos de gente a favor de reinstaurar el Creacionismo en las escuelas, pero esto es lo que hay. No he de negar que me gustaría ver que pasa si los yuesei entran en defult, vamos, por ponerle un poco de picante a mi vida; pero el experimento puede ser peligroso. Pequeños signos que nos recuerdan que nada es estático, todo es dinámico. No sé exactamente si Roma cayo en un día o si el Sol se puso en España de repente, pero parece que los americanos tienen una estocada bien puesta. Cuanto tarde el toro en tocar la arena, lo veremos (perdonad los antitaurinos).

El transbordador espacial, Space Shuttle, puede que sea el mayor éxito y fracaso en la historia de la ingeniería. Esta minutario, mitad cohete, mitad avión, fue diseñada para la explotación, que no exploración, del espacio. Miles de satélites y algún que otro telescopio cegato como yo han sidos colocados por allá arriba. Podemos, con un pequeño aparatejo, conducir por las carreteras sabiendo exactamente donde estamos, podemos ver un partido de fútbol en la otra punta del mundo sin mayores problemas. Además, tenemos una estacion espacial dando vueltas por allá arriba, haciendo experimentos en ausencia de gravedad. Parece que no ha ido mal del todo. Recuerdo que en un viaje viniendo de Florida tuve la maravillosa oportunidad de ver el despegue desde el avión, vamos, una llama de fuego, subiendo para arriba un tanto rapidilla. 


En cambio, la SS se construyo con el objetivo de poder hacer esta explotación de una forma más barata y rápida. Ya no iba a ser necesario estar construyendo cohetes para cada viaje, sino que con 5 vehículos (el Challenger (RIP), el Discovery, el Endeavour, el Columbia (RIP) y el Atlantis) de estos íbamos a estar pa'rriba y pa'bajo como por las escaleras de nuestra casa. Se trataba de tener unas 50 misiones al año. Después de 30 años de servicio, la SS ha realizado 135 misiones, que si mis cuentas no me fallan, unas 4.5 misiones al ano. Podemos ver, que no ha cumplido totalmente las expectativas. Hoy en día, con lo que la tecnología ha avanzado en estos últimos 30 años, parece una locura lo que aquellos abuelos hicieron. Siendo justos, que tras 135 misiones solo hayan tenido dos accidentes graves parece un gran éxito.


Meter a 6 ó 7 personas dentro de una nave y sentarlas sobre unas 600 toneladas de oxígeno y unas 100 toneladas de hidrógeno. A esta mezcla explosiva le ponemos al lado 2 cohetes rellenos de aluminio y oxígeno, cada uno con otras 600 toneladas de material explosivo. Casi 2000 toneladas de material explosivo bajo el culete y todos tan contentos. Esto nos lleva al primer gran fallo, el Challenger. Los cohetes auxiliares son una serie de anillos que se montan unos sobre otros. En las uniones, unas uniones de goma evitan que el combustible no se salga, y que el material explosivo se queme por donde no debe. Pues, debido a las bajas temperaturas de aquel día (28 de enero de 1986) y a las prisas por lanzar esa misión, estas gomas no funcionaron bien, el resultado todos los sabemos. Si no, youtube, Challeguer disaster y listo.



Esa misión iba a ser especial porque se había realizado un concurso entre todos los maestros de escuela para mostrar la importancia de ellos, y habian decidido montar a una chiquilla en la nave. Hay dos leyes esenciales en la ingenieria, Las Leyes de Murphy. La primera afirma que si algo puede salir mal, saldra mal. La segunda afirma que si algo puede salir mal de varias maneras, saldra mal de la peor manera posible. Efectivamente, la mañana que todos los colegios estaban mirando la tele para ver como la maestra elegida era puesta en orbita, la primera vez que la NASA enviaba al espacio a alguien de la "calle", el día que intentas publicitarte, catacrack. 7 personillas en un navecilla de unos miles de millones de dolares perdidos por unas gomas como la de las juntas de tu cafetera. 

Cuando ya estamos allá arribita, la cosa es más o menos segura. Pero después toda la otra fase chunga de esto del subir y bajar. Toca entrar con ese pedazo de nave en la atmosfera a unos 30000 km/h, cayendo como una piedra he impactar contra la atmosfera. El único freno son este bicho es el aire. Así que el aire debe para una nave de unas dos mil toneladas desde esos 30000 km/h a una velocidad subsónica, es decir, menos de 1300 km/h. En este proceso de reentrada a la atmósfera la cascara de la nave esta a unos 1600oC, 40, quiza 50 cm mas adentro los zagalicos. Las naves nos reutilizables llevan un cascaron que se va degradando, protegiendo al interior. Como esta nave era de varios usos, pues había que diseñar un material que no se fundiera a estas temperaturas. La solucion fue una capa de plaquitas de silicio que se hicieron famosas cuando revento el Columbia. Este material es tan frágil, ya se pone fragmentado en cuadrados de 15 cm de largo y ancho.

En la wikipedia me he encontrado esta fotillo de la panza del Discovery. El borde del ala tiene una capa especial de recubrimiento dado que se alcanzan temperaturas criticas de mas de 1260oC como en el morro, pero la panza esta recubierta de estos pequenos escudillos que resiten temperaturas de hasta 1260oC. Como se aprecia en la foto, los hay claros y oscuros. Los más oscuros llevan pocas reentradas. Segun estuve viendo en un documental, reemplazar uno de estos cuadradicos supone 10 dias de trabajo de una persona. Cubrir una nave, requiere dos anos de trabajo. Como se pudo observar en el Columbia, que te falte uno de esos cuadradicos puede ser tremendo. Así que tras cada uso, hay que revisar que todos estén en perfecto estado. Los costes asociados al mantenimiento han matado el invento. Lo que has ganado reusando, lo pierdes manteniendo. La complejidad de la nave así como la infinidad de piezas criticas que deben ser revisadas se ha mostrado improductivo.

Los rusos, con su estrategia rusa, antes de atrancar, volcar, inventaron en los 60 una navecilla, la Soyuz, que perdió el sprint de ir a la Luna, pero que se ha mostrado como el método más eficaz de explotar el espacio. Yo anda loco porque algún genio de mi biblioteca ha decidido que hoy en día todas las revistas tienen versión electrónica, así que no hay necesidad de tener una sala para ellas y las han quitado. Con esta brillante idea, se han llevado el lugar que más me gustaba de Manchester, el pupitre en la biblioteca junto a Automation and Remote Control, la traducción del ruso de, en mi opinión, una de las mejores revistas de mi especialidad en los años de guerra fría. Como es rusa y los rusos perdieron, nadie se ha molestado en escanearla. No hay acceso electrónico de los años brillantes de esa revista, los 60 y 70. Así que nos toca inventar todo aquello que los rusillos sabían hace 50 años, igual que a los americanos les toca utilizar aquel modelo de cohete que los rusos desarrollaron hace 50 años.

Creo que este pequeño detalle de los americanos privatizando la explotación espacial pone de relieve como no es oro todo lo que reluce, y que estos chiquillos, más temprano que tarde, deben afrontar la realidad, ya no son los reyes absolutos del mambo. Quizá me equivoque, como en tantas otras cosas, pero el Imperio está cayendo. 
       

domingo, 17 de julio de 2011

El del puzzle de mi vida

(Artículo para la revista del Fahuarán, mi primer cole)


No recuerdo muy bien cuando ocurrió la metamorfosis. He de admitir que desde siempre me sentí más confiado en la clase de matemáticas que en la de práctica (no sé si ahora se llamará así). No llegué a entender para qué quería pintar dentro de una línea si después iba a recortar el dibujo por la línea. Pero nunca me gusto estudiar. Es más, lo odiaba. Siempre aprobé con lo justo, nunca me preocupo la nota demasiado, ponían un listón, y lo saltaba rozando, sobretodo cuando se trataba de Historia, Lengua, Inglés, ect. Todo aquello que requería algo más que escuchar al profesor…


Poco a poco, de repente, comencé a sentir la necesidad de saber, la curiosidad por las ciencias, por qué las cosas ocurren como ocurren y no de otro modo. Conforme avanzaban los cursos y se empezaba a poder elegir entre lo que me gustaba y lo que no, conocía más y me daba cuenta de que empezaba a desconocer mucho más de lo que iba aprendiendo. En cada cuarto al que daba luz, aparecían nuevas puertas hacia lo desconocido. La curiosidad de saber lo que había detrás de aquellas nuevas puertas hacían que estudiar, aquella pesadilla inicial, se hubiese convertido en un viaje alucinante.


Digamos que el conocimiento científico es como un puzle. Cuando estudias, aprendes a poner las piezas que otro ya ha puesto antes que tú. Al principio, ponemos fichas que llevan más de miles de años puestas, como la trigonométrica. En bachiller estudiamos piezas que solo llevan colocadas cientos de años, como el cálculo diferencial, y finalmente, durante la carrera universitaria, llegamos a estudiar piezas del puzle que quizá hayan sido colocadas en los últimos años, como la teoría de los agujeros negros o las partículas elementales. Cuando acabas de estudiar, la formación recibida debe ser aplicada para trabajar, pero existe la posibilidad de seguir estudiando. ¡Sí, el mundo está lleno de locos!


Después de la carrera universitaria puedes hacer un doctorado. ¿Qué es hacer un doctorado? -os preguntareis. El doctorado es como sacarte el carné de conducir, pero no para conducir, sino para investigar. ¿Qué es investigar? Investigar es un arte, una forma de creación, un mundo totalmente diferente. Ya no solo debes aprender a poner piezas que otro puso antes que tú, el trabajo de un investigador es poner nuevas piezas en el puzle. Debes conocer perfectamente hasta la última ficha que se haya puesto en una delgada y afilada zona del puzle del conocimiento con el fin de poner una ficha que nadie haya puesto antes.


Las piezas del puzle del conocimiento son artículos científicos, que suelen rondar entre 5 y 10 páginas. Cada artículo contiene una idea, algo nuevo, si tienes dos ideas, se hacen en dos artículos, y si no tienes ninguna, se intenta hacer uno como si la tuvieras. Los artículos, las piezas que tú has conseguido incluir en el puzle, es lo que te proporciona ir avanzando dentro de la escalera científica. Sin ellos, no eres nadie. Pero con ellos, ¡tampoco eres mucho! Al principio se trata de tener, cuando se tienen, se trata de tener alguno bueno, alguno que el resto de personas en tu campo utilice. Cuando alguien utiliza tu pieza para poner otra, te cita, dice: “basándome en la pieza de aquel, yo voy a poner esta”. Entonces, tu pieza adquiere sentido, tu trabajo es un trabajo útil, posiblemente bueno, porque alguien lo está utilizando. Si nadie utiliza tu pieza, mal asunto.


Un doctorado culmina con la tesis doctoral, que es un pequeño libro donde uno deja constancia de que ha estado haciendo algo más que estar todo el día en el Facebook. En definitiva, es un resumen donde dejas constancia de todas las piezas que has puesto en el puzle de forma conjunta. En términos científicos, una tesis doctoral debería ser una contribución significativa al estado del arte de una materia (es decir, lo que se conoce sobre algo). Uno de los mayores desafíos es encontrar una pieza que resulte estar justo en el borde. Si se te ocurre una magnífica idea, pero otro ya ha puesto esa pieza, no te sirve de nada. De igual forma, si encuentras una pieza que crees que puedes poner, pero las piezas vecinas, las que deben dar forma a tu pieza, todavía no se ha puesto, es muy complicado, pues al principio eres un experto es una pequeña zona del puzle, pero en cuanto te alejas lo más mínimo para intentar poner otra, te das cuenta de lo poco que sabes. Encontrar la pieza adecuada es muy importante.


Cuando acabas el doctorado, te dan el pasaporte y te vas a otro país a investigar. Mostrando las piezas que has puesto, es decir, la colección de artículos científicos que has publicado, puede conseguir una plaza en el siguiente nivel. Es lo que se llama postdoc. Son trabajos de un determinado número de años (entre uno y tres) en los que debes convertirte en un experto en una zona más amplia del puzle. Ahí me encuentro yo, buscando todo el día piezas que se puedan ir poniendo en mi parte del puzle, piezas que hasta ahora nadie haya puesto, pero que a la vez, puedan ser puestas y, a ser posible, piezas que otro pueda utilizar. Evidentemente, para poner estas piezas que solo andan revoloteando en tu cabeza debes conocer muy bien la parte del puzle donde estas trabajando, con lo cual mi día de trabajo consiste casi completamente en estudiar, y cuando soy capaz de ver un hueco e imaginar que pieza debe ir ahí construirla y ponerla.