Perdonad
por la ausencia, pero estoy un poco ocupado últimamente. Me he dejado la capa
de superhéroe en el armario, así que, sin que sirva de precedente, voy a
dejarme de tonterías politiqueras y hablar de cosas serias: La electricidad.
Todo el mundo sabe lo importante de la electricidad, sobre todo después de un
apagón.
No me
acuerdo del nombre de aquel científico que fue preguntado por los políticos de
turno sobre para que servía investigar sobre las dichosas corrientes eléctricas
y como las cargicas diminutas de los electrones se movían por los conductores
tales como el cobre. A principios del siglo XIX, todas aquellas cosicas podían
parecer insignificantes para los pensadores que manejan los hilos de los países
modernos. Aquel científico contesto: “Usted cobrará impuestos a los que
utilicen la electricidad en 20 años”. No iba muy desencaminado.
El
sistema eléctrico es una de esas maravillas de las que no somos totalmente
conscientes. En cada segundo se consume la misma cantidad de energía que se
produce. Por tanto, al enchufar cualquier aparatejo en tu casa, algo cambia de
tal forma que, en algún otro sitio, se produce una chispica más de energía para
alimentar lo que tú acabas de enchufar. Como bien decía Ronaldo, la potencia
sin control no sirve para nada. Así que unos aparaticos en los generadores de
producción se encargan de que la electricidad nos llegue en una forma adecuada
para consumirla, manteniendo fijos voltaje y frecuencia. Durante más de 150 años,
la electricidad se ha generado en unas cuantas centrales eléctricas,
transmitido a través de líneas de alta tensión, y distribuido a consumidores
industriales y domésticos.
Al
igual que el control del fuego, supuso un hito en la evolución humana; el
control de la energía ha supuesto el mayor cambio en las vidas cotidianas del
hombre desde su creación o descendencia del mono (oyendo al ministro de
educación, uno asume que el creacionismo se instaurara este curso o el
siguiente). De igual forma que ha cambiado nuestras vidas, ha cambiado nuestro
entorno, y millones de millones de toneladas de CO2 son emitidas para que yo (y
otros como yo) este (estemos) tonteando en el Facebook o escribiendo tonterías
en un blog. Nos enfrentamos a una crisis en la forma que la energía es consumida,
lo cual vendría siendo la mala noticia de hoy, con lo que gente como yo puede
tener trabajo (¡la buena noticia!) para ver de qué forma podemos producir y
consumir energía eléctrica para que nuestro entorno siga siendo habitable pero
podamos estar meando y escribiendo algo en el guasap. ¡Las cosas importantes lo
primero, por supuesto!
Cualquier
persona que pague la luz está que trina por nuestras recientes subidas de
tarifas eléctricas. Estuve en una conferencia donde resaltaron el hecho de que
los consumidores españoles pagan 6 veces más por la electricidad que algunos
estados de la unión. Uno puede pensar que esto se debe a los mafiosos de
nuestros productores de electricidad, que bien puede ser verdad; pero yo creo
que también puede deberse a las decisiones pasadas poco acertadas, como por
ejemplo, hacernos trampas al solitario para entrar en el euro jugando con la
tarifa eléctrica, o poner primas desorbitadas a energías renovables sin
preocuparnos demasiado de su sostenibilidad. En otros países las primas se
dedican a la investigación, lo cual creo que es más acertado, bajo mi subjetivo
punto de vista, evidentemente. Es un problema político/ingenieril, con el
consecuente riesgo asociado a ambas profesiones.
Por
poneros un ejemplo hasta qué punto la mano izquierda puede deshacer lo que hace
la derecha, hablemos un parágrafo sobre los SmartMeters. Estos bichejos los
están poniendo en algunos lugares del mundo para informar a las compañías
eléctricas de que cojones estás haciendo en tu casa con la electricidad. Ello
ha supuesto una brutal inversión de dinero para intentar operar el sistema
eléctrico con mayor información. Sin embargo, la cara negativa es que las
eléctricas conseguirían una información muy íntima sobre nuestros hábitos.
Sabrían cuando nos acostamos, cuando nos levantamos, cuando nos vamos de
vacaciones, cuando hemos vuelto; en fin, todo. Por ello, activistas han
conseguido que sea ilegal en muchos países que las eléctricas accedan a esta
información. Con lo cual estamos como al principio, salvo los contribuyentes
que se han gastado un dinero inútilmente. Vamos, como el aeropuerto de
Castellón.
El
sistema se está adaptando lo mejor posible a la generación distribuida. ¿Qué es
esto? Es generación que se produce cerca del consumidor, evitando así caras
construcciones en líneas de transmisión y perdidas en estas líneas. Pero esta
generación distribuida es generalmente incierta, por ejemplo, parques eólicos.
Ello tiene una consecuencia directa en el coste de utilización de la red. Al
ser incierta, el operador del sistema debe manejar unas reservas mayores que
para el caso en el que la producción es menos incierta, como en una planta de
gas natural. Por tanto, la necesidad de estas reservas hace que la operación
del sistema sea más costosa.
Desde
mi ignorante punto de vista, es como tener un coche e intentar adaptarle alas
para que vuele. El sistema fue diseñado hace muchos años para un enfoque
diferente al actual, pero sería demasiado costoso y casi imposible, hacer una
nueva red eléctrica para un enfoque más moderno, más regional, menos
centralista (Freedom for Catalonia now!). Así que se intenta modificar lo mínimo
posible la red, dado su elevado coste. Así, en vez de producir un avión,
seguimos anquilosados en un sistema viejo y obsoleto, pero con el que tenemos
que vivir.
Muchas
esperanzas están puestas en los coches eléctricos, un ejército de baterías
móviles que podrían tragar cuando producimos de más y dar cuando consumimos de
más. Una cantidad enorme de problemas ingenieriles y económicos que nos dan de
comer a muchos. Todavía no está muy claro cuándo habrá coches eléctricos en
nuestras calles, y si los dueños nos dejaran hacer con sus baterías lo que nos
plazca, pero mientras tanto simulamos. Seguro que no sirve para nada más que para
tener un plato de comida en la mesa, pero eso no es poco.
El científico que mencionas al inicio es Faraday. En sus charlas de divulgación científica, mostraba el efecto de la inducción magnética. Y le preguntaban que eso para qué valía.
ResponderEliminarEs ridículo que en España se reduzca el gasto en investigación. Es patético que mantengan las subvenciones a los sindicatos, artistas, partidos políticos, y gastos de autonomías, alcaldías, senado y diputaciones. Es miserable que se nieguen a poner la casilla del 0.7 a favor de la investigación en la declaración de la renta.