Esta semana va de cosas mundanas, así que no voy a dar lecciones éticas a nadie, y puedes seguir leyendo. Desde la última semana, me he apuntado al gimnasio, mi vida sedentaria necesita un poco de actividad. Como estoy loco como una cabra, me da por pensar en muchas tonterías mientras corro por la cinta, a modo de hámster por su rueda. Me he fijado en lo difícil que es mantener el equilibrio, y si no difícil, al menos extraño. A mi pobre entender, como físico frustrado, creo que todo viene a raíz del cambio en el sistema de coordenadas y nuestro sistema de respuesta automática, siendo esto último con lo que me intento ganar la vida.
¿Habéis pensado alguna vez porque es tan difícil mantener el equilibrio cuando la bicicleta esta parada y, en cambio, es tan fácil llevarla cuando avanza? Después de 5 años estudiando física, en la que se ven cosas tan estúpidas como la teoría de la relatividad o la teoría cuántica, que nadie se cree, nadie tuvo 5 minutos para asegúrame porque es mas fácil estar sobre la bici en marcha que parado. Quizá sea algo que todos los niños saben pero alguien me lo oculto. Bien hay va eso, pero ya os digo que mi física está muy oxidada.
Cuando vamos en marcha sobre la bici, una fuerza lateral no compensada no me hace caer inmediatamente, sino que me hace girar, cambiar de dirección. Los zagales de las carreras en motos, utilizan esta fuerza para dar las curvas más rápido que si utilizan el método tradicional de girar el manillar. En cambio, cuando la bici esta parada, la fuerza lateral no compensada me hace caer, y mantener el equilibro se convierte en tarea harto complicada. Esto es muy parecido a por que las manzanas caen al suelo y, en cambio, la tipeja de la luna no cae ni pa' Dios. La gravedad hace caer a las manzanas y rotar a la luna, las manzanas están quietecicas en el manzano, mientras que la luna se mueve más rapidillo. Cuando a un cuerpo se le suministra la suficiente velocidad para que en vez de caer, gire, se dice que se ha puesto en órbita. Que es lo que se hace con los satélites de comunicaciones que tenemos por allí arriba.
Así que cuando estás en la cinta, aunque tú estés corriendo, cualquier desequilibrio es mucho más difícil de compensar que cuando estamos corriendo normalmente. Pero algún espabiladillo de entre vosotros puede pensar en que si estar parado no me cuesta trabajo, porque me cuesta trabajo estar corriendo sobre la cinta. Es evidente que estar corriendo puede hacer más difícil recuperar el equilibrio. Pero yo creo que la principal diferencia se encuentra en los automatismos del cuerpo. Y ahí es donde entra mi querido control. Os explico mi teoría.
Nuestro cuerpo ha aprendido a correr sobre suelo firme, y por tanto, ha elaborado unos mecanismos de respuesta automática para correr moviéndote hacia adelante. Aunque yo sepa que estoy en una cinta y que no me muevo, creo que nuestro sistema de respuesta automático ante un desequilibrio, cualquiera que este sea, responde como si estuviéramos corriendo de verdad. Digamos que algo dentro de nosotros cambia de modo ”Normal” a modo “Corriendo”. Dentro de este modo, se prevén ciertas respuestas de la naturaleza, y en este modo de control, se supone que la naturaleza va a contestar como si nuestro centro de gravedad estuviera en movimiento. Dado que nuestro centro de gravedad está totalmente estático, la respuesta automática que nuestro cuerpo ofrece al desequilibrio es totalmente inadecuada, dado que control automático no está ajustado para este caso, sino para cuando el desequilibrio sólo conduce a un pequeño cambio de dirección, y no a la caida. Así que el modo automático deja de funcionar y entramos en estado de alerta y concentramos todos nuestros sentidos en mantener el equilibrio.
Para finalizar, asumo que la extraña sensación al bajar de la cinta es debida a la presencia de aceleraciones, de nuevo. El cuerpo está en movimiento sobre la cinta, y todos los cambios de ritmo son realizados sin que nuestro centro de gravedad sufra aceleraciones o deceleraciones, dado que quien cambia su estado de movimiento es la cinta. Así que si tras 45 ó 50 minutos volvemos a la situación normal de que movernos implica acelerar y desacelerar, el cuerpo tarda unos instantes en volver a asimilar estos datos que percibe de los sensores de movimiento.
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