De muchos es conocido la carta que un importante científico envió al presidente Franklin Roosevelt. Dicha carta, aquí en versión original, contempla la posibilidad de utilizar la energía nuclear como un activo de guerra, y Einstein le suguiere al presidente que la construcción de una bomba atómica es algo inevitable, y por tanto, deberían los aliados ponerse cartas al asunto. La prohibición de la venta de Uranio por parte de los alemanes es puesto como aviso de que los Nazis ya podían estar maquinando sobre ello. Aunque Einstein nunca llego a estar cerca de un laboratorio, creo yo, otros cientificos teóricos imporantes, como Enrico Fermi, quien construiría el primer mini-reactor nuclear en Chicago, y Leo Szilard, quien tuvo la feliz idea de que una reacción en cadena pudiese producirse, y con un par, la patento en 1936. En aquel entonces, no habían estómagos fugados, quizá "fuga de hornos", sería un buen nombre para el blog de este último. El primero no era judío pero estaba casada con una judia, y viendo en cariz que estaban tomando los acontecimientos con Adolfo y Benito, tras recibir el Premio Nobel del 38 prefirió poner pies en polvorosa, y viajar a los iuesei.
El destino quiso juntar a estos dos personajillos en Columbia, una universidad de Nueva York, donde empezaron sus investigaciones sobre la fisión nuclear. Hablando entre tú y yo, esto es como pegarle un tiro a un núcleo de un átomo, partirlo y que durante la división, se disparen nuevas balas, que pueden impactar en núcleos vecinos y repetir el proceso. El lector interesado puede experimentar esto prendeiendo la mecha de un petardo y meterlo en un saco con muchos otros petardos. Aquí tenéis una imagen. Evidentemente, estos dos investigadores sabían que si ellos le mandaban una carta al presi de los iuesei, pues las probabilidades de que la carta fuera leida estaban entre cero y cero, con lo cual sugirieron a otro fugado de hornos, como Einstein, que debería ser él el escritor. Sabiendo como se hacen las cosas en este mundillo, ellos dos la escribieron, y Einstein la firmo. No sé hasta que punto Einstein era capaz de imaginar lo que se le venía encima con esta firma. Sin comerlo ni beberlo, estaba siendo el precursor del arma que durante el resto del siglo tendría atemorizada a gran parte de la población mundial.
Otro dato importante en esta fascinante historia es la descomposición del mejor departamento, en mi ignorante opinión, de Física Nuclear de por aquel entonces en la Unuversidad de Göttingen. Una de esas leyes tan ocurrentes de Hitler prohibió la docencia a todos los Judios en el 33, con lo que solo los alemanes puros se quedaron allí. La perdida para el proyecto alemán nuclear, conocido como el Club del Uranio, supuso un revés de incalculable valor, aquí algunos de los personajes que se vieron obligados a huir o a romper relaciones con este departamento: Enrico Fermi, James Franck, Maria Goeppert-Mayer, Robert Oppenheimer, Edward Teller, Victor Weisskopf, Eugene Wigner y John von Neumann. Que paradojas tiene el destino. El mencionado Fermi, junto a los mencionados en anteriores entradas, Oppenheimer y von Neumann tuvieron una importancia vital en el proyecto Manhattan. Max Plack, uno de los padres de la mecánica cuántica, era por aquel entonces el director del Instituto de Física Alemán, se reunió con Hitler para intentar hacerle ver que esta decisión supondría la mutilación de una gran parte del conocimiento, lo cual a Hitler no le parecio tan tremendo y siguió con su plan de una Universidad Alemana libre de judios. La vida de este hombre, Plank, es tan trágica como su grandeza como Físico. Uno de sus hijos, fue participe del intento de asesinato de Hitler en el 45 y fusilado tras el fracaso. Me guardo su visión de religión y ciencia para una futura entrada.
Con estos precedentes y con unas cuantas bombicas de los Japoneses sobre Pearl Harbor , el presidente de los estados unidos, puso en marcha quizá el proyecto científico más interesante de la historia, solo comparable con la carrera espacial: El proyecto Manhattan. Si no tienes ganas de leer sobre el tema, pero la idea de ver una peli te hace tilín, Creadores de Sombras es la respuesta. Se me esta haciendo un poco largo esto y temo aburrir, así que ponemos aquí un punto y seguido.
PD. Estaba leyendo un poco más sobre la carta, y el la wiki dicen que Szilard la escribió en su mayoría. Cualquier persona relacionada con las publicaciones científicas y este mundillo, se lo podría imaginar a primera vista.
Muy bueno, sí señor.
ResponderEliminarUn placer tenerte de lector habitual!
ResponderEliminarYo tengo un libro sobre este tema: "No digas a Dios lo que tiene que hacer" de François De Closets (publicado por anagrama en la línea crónicas). Me lo empecé a leer pero no sé que pasó que no lo termine. Gran post.
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